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Sobre las dependencias tecnológicas y la tecnología de punta


Ilustración de red binaria

Diariamente se avanza con gran velocidad en el campo de la tecnología. Es por ello que la tecnología de punta es, por naturaleza, un término llamativo, pues se refiere a los artefactos tecnológicos más avanzados del mundo en ese momento. Difícilmente una persona promedio de la sociedad puede acceder a ella debido a sus altos costos, confidencialidad y complicado mantenimiento; especialmente la segunda razón. En la gran mayoría de los casos, un artefacto “De punta” sale al mercado solo cuando ya se está desarrollando otro que lo superará. La Fundación Juan March lo define, de igual manera, de la siguiente forma:


“La tecnología punta, también llamada última tecnología o Alta tecnología es aquella tecnología que se encuentra en el estado más avanzado de desarrollo o, sencillamente, la tecnología más avanzada disponible en el momento.” (2016).

Con relación a la descrita, dicha tecnología ha venido marcando un cambio constante en las sociedades del mundo. Desde la producción de un país hasta los motivos para despertar por las mañanas: en todos se encuentran presentes artefactos que, en su momento, fueron tecnología de punta. Una máquina cortacésped empleada para acondicionar un terreno sobre el que se sembrará es ejemplo de la primera circunstancia. La alarma de un reloj digital, de la segunda. Y así existen numerosos ejemplos de la vida diaria, laboral, académica e individual –por mencionar algunas– que han sido facilitados por la tecnología. ¿Pero qué sucede si aquella que se creó con el fin de complementar al hombre se vuelve ella la complementada por él? Se crea una dependencia.


Holograma empresarial futurista

Continuando con lo anterior, las dependencias tecnológicas no son fenómenos sociales difíciles de reconocer. Por ejemplo, usted está leyendo esto desde una computadora o teléfono celular luego de que yo, el autor, lo hube redactado y enviado a través de la red. Desde el momento en que encendí el monitor –o incluso antes, cuando hallé la inspiración en varias páginas web– influye la tecnología. Yo dependo del ordenador para redactar el presente ensayo y usted para leerlo; ambos somos dependientes de una manera sana. El verdadero problema está en subordinar la vida a la tecnología.


Cabe destacar que la dependencia citada es ejemplo claro de cómo nos ha facilitado la vida. No creo conveniente una vida llevada a un mundo efímero, transitorio y, de cierta forma, inexistente como lo es el digital. Esta última es la más común de las dichas. Pero no es más que un tema de educación. Un individuo que se críe compartiendo con su entorno, con otros jóvenes y al aire libre, utilizando el teléfono celular o la computadora para urgencias como la comunicación difícilmente desarrollará una dependencia enfermiza a la tecnología. Además, sin la tecnología avanzada en ámbitos específicos como las telecomunicaciones, la ciencia o la medicina sería azarosa e incluso peligrosa la vida. Así lo expone Mulet (2018) en su artículo de opinión: “El hombre y la tecnología”, publicado en el diario El país:


“¿Somos esclavos de la tecnología? Creo que es bastante evidente que, al contrario, la tecnología nos hace la vida más fácil. Por nada del mundo me gustaría vivir en una de las pocas sociedades pretecnológicas de cazadores-recolectores que quedan, como los hadzas de Tanzania o las tribus no contactadas del Amazonas. Una vida muy natural, pero muy poco sana, con una mortalidad elevada por circunstancias como partos o heridas que en las sociedades tecnológicas no revisten peligro.”

Evidentemente, a grandes escalas la tecnología ha influido de manera positiva en la sociedad. También ha cavilado en su cultura, pues se aprovecha de los avances tecnológicos para ser promovida y celebrada. Incluso hay culturas que se caracterizan por sus vidas extremadamente acomodadas por la tecnología, como Japón. Sin embargo, la tecnología es algo que se ha vuelto propio del ser humano; es su creación más precisa y única, en mi opinión. Difícilmente, en la historia, ocurrirá otro avance tan significativo como lo es la creación de la tecnología.


Filosofía de la tecnología y la sociedad


El pensador/The thinker, por Auguste Rodin

La filosofía de la tecnología desmitifica las afirmaciones sobre la necesidad racional y la universalidad de las decisiones técnicas. En los años ochenta, el giro constructivista en los estudios de la tecnología ofreció un abordaje metodológicamente provechoso para demostrar esto en una gran cantidad de casos concretos. Los constructivistas muestran que muchas configuraciones posibles de recursos pueden dar lugar a un aparato capaz de cumplir eficientemente su misión. Los diferentes intereses de los diversos actores involucrados en el diseño se reflejan en sutiles divergencias en la función y en las preferencias por uno u otro diseño de lo que es, nominalmente, el mismo aparato. Las elecciones sociales intervienen en la selección de la definición del problema, así como en su solución.


En síntesis, la tecnología es socialmente relativa y el producto de las elecciones técnicas es un mundo que respalda el modo de vida de uno u otro grupo social influyente. En estos términos, las tendencias tecnocráticas de las sociedades modernas podrían ser interpretadas como un efecto de limitar los grupos capaces de intervenir en el diseño a los expertos técnicos y a las élites corporativas y políticas a las que sirven. Como lo escribió Muler: “En ese caso no estaría a nuestro servicio, sino nosotros al suyo”.


Finalmente, es conveniente mencionar que la raíz de toda dependencia advenediza a la tecnología es asunto netamente, como lo mencioné, educativo. Diversos estudios aseguran que un niño de debería utilizar el teléfono celular antes de los cinco años; si lo usa desde la edad mencionada debe ser muy restringido su uso según expertos. Y es que además de ser causa para diversas deficiencias funcionales en los niños y aislarlos de su entorno, crea las ya explicadas tendencias a la tecnología. La tecnología se creó para complementar al hombre; no para someterlo.



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Valencia, Edo. Carabobo, Venezuela.

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